ELLA se despierta sintiendo los rayos de sol sobre sus párpados. Camina lentamente hacia el baño y cierra la puerta.
ÉL camina raudo por la vereda , entre la gente, con su mochila al hombro. Sabe perfectamente su camino, pero no cree que llegará a tiempo a su destino.
ELLA, bien vestida y arreglada sale de su casa, deambula por las calles, mira caras,huele flores, saca una fruta y se la come.
ÉL observa la pertas cerradas; por más que corrió no lo logró. Está cansado, así que la banca más cercana es su aliada.
ELLA continúa andando, muchos se voltean a observar sus rasgos. Se aproxima a la sombra de un árbol y sus glúteos agradecen el pasto helado.
ÉL siente el humo del tabaco que, al salir de su garganta, se encuentra con el viento de la mañana. Momentáneos transeúntes pasan cerca de él, pero al voltearse lo sorprende un rostro nuevo y diferente.
ELLA recostada boca arriba llena sus ojos con la copa del nogal. Siente el calor de una mirada sobre su ser, sin embargo no mueve ni un pelo, las miradas van y vienen.
ÉL disfruta mirarla; sin límite, sin velocidad. Pero se aproxima un multitud que la podría tapar. Se pone de pie, intenta esquivar las cabezas que lo obstaculizan verla.
ELLA se embarga de intriga, quiere descubrir al contemplador, pero una vez incorporada, la masa de gente no le permite ver. Se acerca un poco a la gente, el calor aún no acaba, la mirada aún no cesa.
ÉL camina unos pasos. Se quiere acercar ¿debería? Es como si la multitud se abriera a su favor.
ELLA cree verlo ¿es él? Le agradan sus ojos transparentes y su mirada insistente. Pero es momento de partir. Las palabras estarían de más y empañarían la intensidad de sólo observar.
ÉL siente su corazón detenerse, sus ojos se han cruzado y se han quedado ahí . Pero la pierde al instante y no sabe si seguirla o lamentarse...
ÉL camina raudo por la vereda , entre la gente, con su mochila al hombro. Sabe perfectamente su camino, pero no cree que llegará a tiempo a su destino.
ELLA, bien vestida y arreglada sale de su casa, deambula por las calles, mira caras,huele flores, saca una fruta y se la come.
ÉL observa la pertas cerradas; por más que corrió no lo logró. Está cansado, así que la banca más cercana es su aliada.
ELLA continúa andando, muchos se voltean a observar sus rasgos. Se aproxima a la sombra de un árbol y sus glúteos agradecen el pasto helado.
ÉL siente el humo del tabaco que, al salir de su garganta, se encuentra con el viento de la mañana. Momentáneos transeúntes pasan cerca de él, pero al voltearse lo sorprende un rostro nuevo y diferente.
ELLA recostada boca arriba llena sus ojos con la copa del nogal. Siente el calor de una mirada sobre su ser, sin embargo no mueve ni un pelo, las miradas van y vienen.
ÉL disfruta mirarla; sin límite, sin velocidad. Pero se aproxima un multitud que la podría tapar. Se pone de pie, intenta esquivar las cabezas que lo obstaculizan verla.
ELLA se embarga de intriga, quiere descubrir al contemplador, pero una vez incorporada, la masa de gente no le permite ver. Se acerca un poco a la gente, el calor aún no acaba, la mirada aún no cesa.
ÉL camina unos pasos. Se quiere acercar ¿debería? Es como si la multitud se abriera a su favor.
ELLA cree verlo ¿es él? Le agradan sus ojos transparentes y su mirada insistente. Pero es momento de partir. Las palabras estarían de más y empañarían la intensidad de sólo observar.
ÉL siente su corazón detenerse, sus ojos se han cruzado y se han quedado ahí . Pero la pierde al instante y no sabe si seguirla o lamentarse...