jueves, 22 de enero de 2009

Celos, Ferozes celos.... Mortales Celos


Ella gritaba y lloraba a la vez, mientras escondía su cara entre sus manos. - ...Golpeaste a un amigo por saludarme "demaciado cariñosamente" para tu gusto. Insultaste a otro, por que me miró de manera "coqueta" según tú. Amenasaste a mis más queridos amigos de la infancia por decirme cosas bonitas. -jadeaba ella intentando pronunciar las palabras con menos dificultad entre sollozos. - ¿Esque no te das cuenta que todos esos hombres te desean? ¡te quieren alejar de mi! - decía él aún pensando en que tenía toda la razón. - No me llames, no me sigas, no vuelvas ni a pensar en mi. Si en algún momento te amé, ya no puedo creer que eso halla podido ser así. Eres otra persona, los celos te consumieron y dejaron ciego... Yo, ya NO te quiero. - Ella ahora más calmada le susurraba. Estaba muerta de pavor, él era capaz de hasta lo imposible por tenerla consigo. Él ya no era un hombre, era un mounstro, consumido en los celos. Este sentimiento lo llevó a la locura, lo llevó a estar desquiciado y obsecionado en pruebas que eran insolitas e irracionales, pruebas inexistentes de amantes que ella jamás les dió atizbo de importancia mayor a la relación de amistad que tenía con aquellos jovenes. - Es cierto, estoy enfermo -confesó él-, pero es por que te amo y no quiero perderte. - Ya me perdiste, pues, porque ya te lo dije mil veces, "yo puedo ser tuya, yo estoy dispuesta a poder llegarte amar más que a cualquier otro, pero tus celos no me lo permiten, me hacen sufrir y alejarme cada vez más de ti". Recuerdas quella vez que en esta misma cama, en la que estoy sentada ahora, te lo dije cuando me preguntaste que chucha me pasaba -Le recordó. - Esto es una escusa para terminar conmigo ¿cierto?. Dices que mis celos son enfermisos, cuando en realidad estas exajerando y agrandando el tema, pues te cansaste de mi y quieres terminar. Porque seguramente tengo razón y si te gusta ese tal pablo o, tal vez, será el super chistocito de javier, "hay que simpatico que es el javi", claro tan simpatico que lo único que quiere la muy gamberra es agarrarselo. De la nada el cachetaso llegó y, por el sonido retumbante, daba la senzacion de ser fuerte, muy fuerte. -Nunca más, escuchaste -Empesó en voz baja y herida...-nunca más me digas algo así, porque el proximo golpe no será con la mano abierta.-...Y terminó con la voz fuerte e intocable. En ese mismo momento ella disponía retirarse, pero él, después de haber asumido y comprendido el golpe, la tomó del brazo y la detuvo. - Espera, disculpa por eso, soy un imbesil, no puedo creer que te he tratado así. Yo te amo y... Hem, perdona, no estoy acostumbrado a esa sensacion, me cuesta asimilarlo. Ella no "dió su brazo a torcer" y con cara iracúnda lo miró directo a sus ojos, repentinamente, arrepentidos. - ¿Me estas pidiendo perdón?, ¿me pides perdón por como me has tratado en este momento, o me pides perdón por tus celos imberosimiles? Acaso, ¿me pides perdón por cada una de las pateticas escenas de celos que me hiciste, en las que el unico humillado fusite tú? - Si amor, te pido perdón por eso, y por todo -Argüía, ahora, con ademán implorante- si queres que te lo pida de rodillas, de rodillas me pongo. Pero perdoname. - ¡¡¡No lo puedo creer, no lo puedo creer!!! -Ella le gritó- nunca pensé, cuando te vi por primera vez, que eras un hombre tan inseguro, que eras un hombre que fuese capas de volverse un leviatán por esa inseguridad. Nunca creí que fueses capás de humillarte por una obseción absurda, una enferma y estúpida obseción absurda. >> Me fijé en ti por tu sencilla fachada de buen tipo. Tu interesante brillo en los ojos me cautivó. Tu forma de pensar la encontraba de lo más genial. Tu ingeniosidad me divertía tanto...Tanto... -ella empezaba a lagrimear y a pesar de que él intentó acercarse a contenerla, ella no se lo permitió. Esto parecía ser el fin. Parecía una ruptura real. Parecía que por fin ella decidiría dejar de sufrir. - Sé que soy inseguro y sé que me equivoqué. te pido, por favor, perdona a este necio estúpido. Tu sabes que sin ti no puedo -esta última frase hizo que ella conciderara la situación una vez más... - Estoy segura de que con ayuda puedes cambiar. ¿tu me dejarías ayudarte?¿tu te vas a ayudar? -decía ella, ahora tierna y dudosa sobre su, aparente, desición anterior. Parecía infinita la ceguera, no sólo por parte de los celos de él, sino que, también, por la alelada compasión de ella. - ¿Eso quiere decir que si? - Eso quiere decir, "puede ser", si realmente lo quieres tal vez lo consigas. - Te amo - dijo el imnotisado, pensando en que nuevamente había ganado. - No estoy en condición de decir lo mismo, pero te aseguro que te quiero más de lo que crees. Al mes de fortalecer, perdón, de intentar fortalecer su relación, él volvió con las sospechas y la paranoia. El monstruo de los celos volvía a la luz como era de esperarse. Pero ahora ella más relajada no se limitaba con el cariño a sus amigos varones y eso hacia más intensos los celos que su novio intentaba esconder. Los celos se acumulaban y ella sin darse cuenta. Un día llegó donde se reunían, normalmente, el grupo masculino de mayor intimidad de su novia, los observó a cada uno de ellos .Momentos después el adverso limpiaba la sangre que manchaba la daga extraída de su bolsillo anteriormente. No fue hasta ese momento que la muchacha pudo darse cuenta al monstruo a quien tantas oportunidades le había dado Decidió dejar de sufrir demaciado tarde.

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